‘Estación Zombie: Tren a Busan’ (2016), Yeon Sang-ho

Después de pensarlo mucho, Seok Woo (Yoo Gong), un importante y ocupado hombre de negocios, lleva a su hija (Su-an Kim) a ver a su madre. Ambos abordan el tren que los llevará a la ciudad de Busan sin saber que poco antes se ha desatado un apocalipsis zombie en Seúl que pondrá en riesgo su supervivencia y la de todos los pasajeros a bordo.

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Los zombies y la crítica social

Tren a Busan constituye un ejercicio más de esta nueva subespecie del Zombie llamada infectado. A diferencia del monstruo clásico, que tuvo su debut en la obra maestra de George Romero, La noche de los muertos vivientes (The Night of the Living Dead, 68), donde los zombies se levantan de las tumbas, los infectados son personas que, sin morir, son contaminados por algún agente patológico que los vuelve seres violentos e irracionales que devoran todo a su paso, muy similar a los efectos de la rabia en los animales.

Ya desde el año 68 podíamos notar que la mayoría de películas de zombies (al menos las importantes), están cargadas con críticas sociales subyacentes; en la cinta de Romero se remarcaba el racismo y el armamentismo estadounidense; también el director neoyorkino, esta vez en El amanecer de los muertos (Dawn of the dead, 78) señalaba el hiper-consumismo capitalista; Dany Boyle en 2002 con su Exterminio (28 Days Later) daba cuenta de los males de la experimentación animal.

La obra que nos ocupa también intenta complejizar su argumento con una crítica social; la carencia de empatía en un mundo positivista regido por la competitividad y la realización individual y los peligros de la experimentación bioquímica. Al final esta crítica colapsa por la condescendencia hacia el público por parte del director y se queda en señalamientos moralinos que se edifican con base en personajes arquetípicos y planos.

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La planicie de la explicación

Tren a Busan se mueve por las líneas de la acción, el soft-gore y el melodrama lacrimoso. La historia comienza con un transportista que es detenido por un retén sanitario, al parecer ha habido un derrame de químicos en la zona, después de ser inspeccionado y asegurarse de que esté libre de toxinas, el camión parte; el conductor, distraído, atropella a un venado dejándolo muerto en medio del camino, cuando el vehículo salé de cuadro, la cámara panea hasta el animal y en un aterrador primer plano lo vemos convertirse en zombie.

Con esta secuencia introductoria ya nos podemos hacer idea de lo que viene, la película ralentiza para introducirnos a los personajes principales, Seok Woo es un joven y adinerado administrador que hace de gestor de fondos, es presentado como un ejecutivo que no tiene tiempo para estar al tanto de las necesidades de su hija, característica que queda bien planteada cuando en el cumpleaños de la pequeña le obsequia la misma consola de videojuegos que el año pasado.

La niña, por otro lado, sufre por la reciente separación de sus padres. Ella lo único que quiere de cumpleaños es visitar a su madre. Después de pensárselo el padre hace espacio en su apretada agenda para tomar el tren a la ciudad de Busan y así cumplir los deseos de su hija.

Yeon se vale de un grupo reducido de personas para construir el argumento, además de Seok Woo y Soo-an, conocemos inmediatamente al villano en la figura de Yon-suk (Eui-sung Kim) otro hombre de negocios en cuya vestimenta adivinamos un mejor nivel económico que el propio Seok. Yon funge como el malévolo y cobarde antagonista humano que despierta todo el odio del espectador: esta visión tan simplista donde, según del director, la maldad es directamente proporcional al dinero en el bolsillo.

Otra figura importante del metraje es el héroe trágico Sang-hwa (Dong-seok Ma), a quien veremos pelear desinteresadamente contra los infectados para salvar, en más de una ocasión, a su esposa embarazada (Yu-mi Yung), a Soo-an e incluso a Seok y en cuya naturaleza vamos a encontrar exageraciones que enaltecen su poderío físico y ético y que demeritan mucho la lógica interna no sólo del personaje, sino de la obra entera.

Invariablemente todos los personajes serán entes planos que nunca evolucionan, sabremos, a priori, quién está hecho para ser el malo, quién morirá, quién se sacrificará y quién se salvará.

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Una más del montón

La película no tiene fuerza visual alguna, aquí no vamos a encontrar lenguaje cinematográfico que remarque el terror, básicamente toda la tensión dramática en Tren a Busan está depositada en las persecuciones y en las hordas incontrolables de infectados que, eso sí, tienen mucho mérito en ser coreografías de cientos de extras maquillados pues el CGI se ocupa al mínimo posible.

La cinta en todo momento se auto-sabotea con la sobre-explicación de los motivadores de sus personajes y la ratificación sin sentido de la crítica social. Hacia el final de la cinta observamos como Seok Woo, mediante las enseñanzas moralinas de su hija, se redime al sacrificarse en la pelea final con su yo-del-futuro Yon Suk.

En el plano final, el director coquetea con la crudeza con la que George Romero dotó a su ópera prima en 1968, sin embargo, al igual que el soldado que tiene el dedo en el gatillo y la cabeza de Soo-an en la mira, Yeon no se atreve a hacerlo.

Tren a Busan es una película muy entretenida y con bastantes cotas de acción que se vuelve una más del montón por el pobre tratamiento de personajes, el nulo lenguaje cinematográfico y la constante obviedad de su argumento.

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Título original: ‘Busanhaeng’
País: Corea del Sur
Año: 2016
Duración: 118 minutos
Dirección: Yeon Sang-ho
Guion: Yeon Sang-ho y Joo-Suk Park
Fotografía: Lee Hyung-deok
Producción: Next Entertainment World y RedPeter Film

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