‘En guerra’ (2018), Stéphane Brizé

«Si luchamos podemos perder,

si no luchamos estamos perdidos»

-Bertolt Brecht

 

La fábrica Perrin, una de las productoras automotrices más importantes de Francia, decide cerrar sus puertas argumentando bancarrota. Debido a esto, todos los trabajadores son despedidos pese a la existencia de un contrato firmado, donde la empresa aseguraba el trabajo de sus empleados por 5 años a cambio de 5 horas de trabajo gratis. Laurent Amédéo lidera los diferentes sindicatos involucrados en una huelga que se extiende por más de 4 meses.

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La lucha de clases

Cuando en 1848 Karl Marx y Friedrich Engels escribieron el Manifiesto del Partido Comunista, concluyeron que la historia de la humanidad puede ser resumida por la  lucha de clases, una lucha eterna librada por los entes primigenios advertidos ya por Friedrich Hegel algunos años antes; los amos y los esclavos.

Esta lucha, a lo largo de la historia protagonizada por diferentes espectros; feudos y campesinos, patrones y obreros, empresarios y empleados, es entonces el motor fundamental de la sociedad humana; sin ella, como afirmaron Alexandre Kojève, Jacques Derrida y más recientemente Francis Fukuyama, la historia del hombre llegaría a su fin.

En su octava película, En guerra, el director francés Stéphane Brizé nos lleva al interior de una huelga sindical en plena pugna por sus derechos laborales, para hacernos partícipes activos de la lucha de clases.

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La guerra

Cuando la acción comienza ya estamos en medio del conflicto, en medio de una huelga comandada por Laurent Amédéo (un Vincent Lindon imponente), él es un ex trabajador de una importante fábrica de autopartes, que acaba de ser despedido junto con otros 1100 de sus compañeros. Laurent, por lo tanto, es ahora el dirigente principal del paro organizado por los sindicatos, que se niegan a ser despedidos sin más.

Desde el primer minuto de metraje, Brizé utiliza el estilo documental para sumergirnos, como si fuésemos un trabajador más, en los profundos interiores de la huelga; no sólo nos enseña las negociaciones y las marchas (perfectamente escenificadas), también asistimos a las juntas internas y al exhausto día a día.

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El director también se vale de pequeñas escenas de noticiarios apócrifos para hacer avanzar el argumento y potenciar el realismo. En este sentido, la horizontalidad con la que la película se acerca al tema, logra que pronto olvidemos que es una ficción la que vemos en pantalla y nos entera de las complejidades y los sacrificios que una protesta de esta naturaleza conlleva.

En guerra es una cinta de ritmo desenfrenado que despide una energía rabiosa en todo momento, Brizé consigue crear altas cotas de tensión que dotan al filme de un carácter bélico; aquí no hay granadas ni disparos, sin embargo, si hay una batalla por la dignidad y los derechos humanos; Laurent y compañía están, literalmente, en guerra.

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Crónica de una derrota anunciada

A lo largo del filme invariablemente se nos muestra a un gobierno inoperante, ausente, incapaz a priori de ayudar a su gente y diseñado específicamente para beneficiar al empresario, al patrón.

El realizador francés subraya aquí el poder extremo que tiene el sector empresarial hoy en día, un poder que le ha sido otorgado por el sistema neoliberal, donde ni gobierno ni pueblo pueden hacer nada para defenderse.

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En la película, el verdadero villano no es la fábrica o su director, sino el modelo económico regente y sus tácticas ventajosas, como la represión violenta de las marchas (cortesía de la policía); el aprovechamiento de las ambigüedades legales a su favor o la difamación de los movimientos sociales a través de los medios de comunicación, estos últimos, supuestos pilares fundamentales de la democracia, pero que en realidad son sólo una cabeza más del monstruo.

En guerra contiene ecos palpables de la Francia contemporánea, aquí, pese a alguna que otra batalla ganada, no hay posibilidad de que el esclavo venza al amo, presenciamos el relato cronológico de una derrota anunciada.

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Divide y vencerás

La unión sindical pronto será destruida desde dentro, debido a una oferta por parte de la fábrica para aumentar la indemnización; la mitad más agotada y desesperada la aceptará, la otra mitad, la de Laurent, no.

Mediante la terquedad vehemente del protagonista, entendemos que la lucha no es por unos cuantos pesos más; la lucha es por la dignidad, es por erradicar la opresión normalizada de la clase patronal sobre la obrera.

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La huelga, ya fragmentada por las maquiavélicas estrategias empresariales, pierde toda la fuerza adquirida a lo largo de su recorrido, confirmando así su derrota.

En el discurso final de Laurent, Brizé advierte que nuestra «unión» se desintegra tan fácil, que la indiferencia, el egoísmo, la búsqueda del beneficio personal y la falta de convicción entre congéneres es lo que al final evita la tan ansiada victoria.

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Desbordado

En guerra es una película en constante búsqueda por la veracidad, razón por la cual resulta incomprensible la traición a su esencia realista con el desenlace (la inmolación de Laurent), un final desfasado, desbordado, incluso ingenuo, que transforma las reflexiones vertidas en un discurso panfletario y romántico.

A pesar de que Stéphane Brizé apuesta por el impacto visceral y gratuito para concluir el calvario de sus personajes, estamos ante una cinta que toca temas coyunturales en el mundo moderno y que por momentos logra trasladarnos al seno de una lucha eterna e inconquistable, al menos por ahora.

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Título original: ‘En guerre’
País: Francia
Año: 2018
Duración: 114 minutos
Dirección: Stéphane Brizé
Guion: Stéphane Brizé y Olivier Gorce
Fotografía: Eric Dumont
Producción: Nord-Quest Films, France 3 Cinéma, France Télévisions, OCS, Ciné+, La Banque Postale Image 11, Cofinova 14, Centre National de la Cinématographie, Région Nouvelle-Aquitaine y Département du Lot-et-Garonne

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