‘Arábia’ (2017), João Dumans y Affonso Uchoa

André es un adolescente desamparado y de precaria situación económica, que vive en un pequeño poblado industrial en la región de Ouro Preto, al sur de Brasil. Un día, producto de una casualidad, André descubre el diario de Cristiano, un trabajador de la fábrica local que ha muerto en circunstancias desconocidas. Al comenzar a leer, el joven se encontrará con un relato que cubre los últimos 20 años en la vida del recién fallecido obrero.

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Masacre

Parece que ya hace mucho que la “lucha de clases” dejó de ser lucha, para convertirse en masacre. Es innegable el contundente triunfo capitalista, que hoy día, a 30 años de su victoria, sigue tan sano como entonces.

El mundo en el que vivimos es un lugar hiper-globalizado, vertiginoso, que ha totemizado la productividad a extremos enfermizos y que para conseguirla, sigue sacrificando (cual animal en engorda) a las clases más desprotegidas.

Arábia, película del 2017, dirigida por João Dumans y Affonso Uchoa, el primero debutante; el segundo con apenas un largometraje a cuestas, es una de esas cintas de afable comienzo, pero potente conclusión, que indagan categóricamente en el vació existencial del individuo moderno.

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“Es más fácil creer en el diablo que creer en dios”

La cinta se introduce con la presentación de André (Murilo Caliari), durante un plácido viaje en bicicleta por la carretera. Él es un joven de 18 años cuya situación es realmente precaria, hace tiempo que no ve a sus padres y tiene un hermano menor enfermo, necesitado de un medicamento que no puede costear.

En estas secuencias introductorias conocemos también al otro personaje omnipresente de la historia; la fábrica local. Desde las primeras escenas, este complejo industrial productor de aluminio, es iluminado a manera de hoyo infernal de llamas incandescentes y profunda esterilidad, que resalta imponente en medio de la oscura noche.

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Y es que Arábia es un filme que expone la vulnerabilidad de toda una clase social, que se encuentra a merced de los abusivos modelos capitalistas. En algún punto de la cinta, el hermano de André le dice a éste que; “es más fácil creer en el diablo que creer en dios”.

Como se infiere después, la enfermedad que agravia al pequeño niño es producto de la suciedad y contaminación fabril. Dumans y Uchoa establecen entonces una expresiva metáfora; la fábrica, ese diablo atractivo pero destructor, se erige como un contenedor alegórico del capitalismo explotador.

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“Al final lo único que queda es el recuerdo”

Contrario a lo que se pudiera esperar, Arábia no es la historia de André (al menos no directamente), hacía los 15 minutos de metraje, el joven es enviado a la casa de Cristiano (Aristides de Sousa), un obrero de la fábrica que ha sufrido un misterioso accidente, para recoger ropas y documentos que puedan ser necesarios cuando sea llevado al hospital.

Una vez en la casa, André encuentra un cuaderno donde el accidentado trabajador ha escrito detalladamente sus andares durante los últimos 20 años. Aquí la cinta se desdobla, recordándonos (guardando las dimensiones) a las estructuras argumentales de Raúl Ruiz, y nos revela la verdadera trama; la vida de Cristiano.

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A partir de aquí, mediante la narración omnisciente de él mismo, conocemos su historia; la historia de un hombre en perpetua búsqueda de la supervivencia, que va de trabajo en trabajo, haciendo las de cargador, obrero o albañil.

Durante este recorrido, los directores insertan reflexiones en torno a la nula justicia laboral, el cinismo patronal, la falacia del movimiento sindical y el terrible fracaso del socialismo latinoamericano.

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Arábia no es una cinta que discurra como melodrama lagrimero, a lo largo del metraje, Dumans y Uchoa también nos hacen participes de los momentos amables, como el sonido de una guitarra, acompañado por el canto de los obreros, la ilusión emergente del amor y la familia, así como las ligeras pero acertadas cotas de humor.

Sin embargo, la historia de Cristiano es, esencialmente, un trágico reflejo de la condición social, laboral y económica del Brasil contemporáneo, que se extiende a toda la región latinoamericana.

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“La fábrica drena la esperanza de las personas”

Arábia es una película pausada, de ritmo semi-lento, donde, a través de la visión lírica e introspectiva del personaje principal, los cineastas brasileños nos llevan de la mano hacia una profunda deliberación existencialista de la vida humana y la clase trabajadora.

En el momento álgido del filme, encontramos a Cristiano inmerso en la vorágine de la fantasmagórica e infernal fábrica de aluminio, es entonces cuando el protagonista, mediante un poderoso monólogo que exterioriza sus reflexiones, se da cuenta que su alma ya ha sido drenada, que ha sido reducido (al igual que todos nosotros) a mano de obra barata, que cuando ya no puede producir más, simplemente es desechada y reemplazada cual basura viviente.

Cuando el peregrinaje de Cristiano ha concluido, entendemos que su vida no es muy diferente a la futura vida del joven André, de su hermano enfermo y de millones de personas en estas mismas condiciones, que a lo largo de toda su existencia no tendrán nunca la oportunidad de alcanzar un futuro mejor.

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Cadena perpetua

Arábia es una cinta que no parece tan densa como otras incursiones existencialistas en el cine reciente, no obstante, de a poco, va revelando un concienzudo entendimiento del tejido social, estableciendo así un elocuente discurso tan coyuntural como atemporal.

La película de los cineastas João Dumans y Affonso Uchoa, más allá de cuestionar los modelos de producción capitalistas o las aberraciones del neocolonialismo, es una fábula que habla de esta cadena perpetua a la que todos, en mayor o menor medida, parecemos estar condenados.

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Título original: ‘Arábia’
País: Brasil
Año: 2017
Duración: 97 minutos
Dirección: João Dumans y Affonso Uchoa
Guion: João Dumans y Affonso Uchoa
Fotografía: Leonardo Feliciano
Producción: Katásia Filmes y Vasto Mundo

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